¿Sabes qué tienen en común Jeff Bezos, Steve Jobs, Tiger Woods y un samurai? Todos han adoptado técnicas de meditación dentro de sus rutinas diarias y aseguran que éstas se han convertido en un paso fundamental para lograr sus metas.
Cuando pensamos en “meditar”, es posible que a más de uno de nosotros nos vengan a la mente imágenes de “yoguis”, largas túnicas, inciensos y algunos otros clichés. Pero lo cierto es que son cada vez más los empresarios, atletas y hombres creativos que están recurriendo a esta práctica como medio efectivo para entrenar su mente. Haciendo a un lado su carácter místico, mágico, religioso y espiritual, la meditación es un ejercicio que te va a ayudar a calmar la mente lo suficiente para experimentar tu esencia.
Para la preparación de esta guía, platicamos con Juan Jerónimo JJ, autor y conferencista mexicano especialista en crear balance, salud y felicidad quién nos compartió una fórmula breve pero efectiva para iniciarte en la meditación y reducir la ansiedad.
«¿Cuál es el problema? La mente es protectora por naturaleza y se encuentra siempre alerta a los instintos, que es donde surge nuestro estrés y preocupaciones. No puede situarse en el presente, tranquila o enfocada pues esto forma parte de su anti-naturaleza. Por el contrario, las nociones de vida, plenitud, paz y felicidad, se desarrollan en una mente tranquila y para ello, debemos trabajar la capacidad de ir en contra de la naturaleza de la mente».
A continuación una frase de bienvenida al proceso meditativo:
En el presente, no hay sufrimiento.
De acuerdo a JJ, para sufrir tienes que pensar en algo que pasó o en algo que puede pasar. Si estás leyendo estas líneas y estás concentrado en lo que están diciendo, no estás sufriendo. Para sufrir tendrías que irte al pasado o al futuro. Siendo así, la meditación es la herramienta que te regresa al presente.
Pero, ¿cómo podemos empezar a meditar si no tenemos conocimiento de cómo hacerlo? A continuación los pasos clave:
Enfócate en tu respiración
«Sin quererla modificar y durante un minuto, pon atención a cómo entra y cómo sale el aire de tu nariz. Cuando empieces a examinar tu respiración, es normal que tu mente empiece a generar pensamientos, pero es aquí cuando tienes que enseñarle a reconocer que ya te fuiste y regresar a tu respiración. ¿Qué estás haciendo? Estás entrenando a tu mente para sentirte cómodo simplemente observando tu respiración».
Regala un dulce a tu mente
«Puedes repetir un mantra o una frase que te ayude a que se aquiete tu mente. Por ejemplo: ‘yo soy paz’, ‘yo soy luz’, ‘yo soy amor’. Esto es como darle un dulce a la mente para que se enfoque, y es uno de los trucos más efectivos para desacelerarla».
Observar qué es lo que sucede en la pantalla de tu mente
«Una vez que empieza el distanciamiento entre tu reacción emocional y lo que sucede en tu mente, te vuelves observador de lo que está sucediendo. Los seres humanos queremos tener puros pensamientos altruistas, y cuando llegan pensamientos negativos tendemos a negarlos, ponernos nerviosos y cuestionar si somos malas personas. Pero en realidad es como observar el cielo. Por poético que suene, sabemos que hay días soleados, días nublados y días con tormentas. Lo que sucede es que creemos que somos las nubes cuando en realidad somos el cielo por donde las nubes pasan. Poder observar ese cielo es poder observar tus pensamientos sin querer cambiarlos. Con la práctica, la meditación te hace mucho menos reactivo y más presente, porque empiezas a generar un espacio entre tú y lo que sucede en tus pensamientos».
Sé paciente y constante
«Recuerda que cualquier cosa que pase durante tu meditación es válida. Tu única responsabilidad es sentarte, cerrar los ojos y respirar hasta hacerlo parte de tu rutina. Al empezar, es natural tener muchos pensamientos, pero poco a poco irás notando que cuando llegue un estímulo externo a tu mente, lograrás manipularlo de tal forma que te permitas regresar al presente donde no hay sufrimiento. Empezarás a construir esos músculos internos para que las cosas y las personas no te saquen de tu centro. Ten paciencia y sé constante. Siempre recuerda que alcanzar la paz en tu primer día de meditación es como querer tener cuadritos en tu primer día de gimnasio».